Cuando la Nina huyó se dijo: no tendré nunca un hogar, seré libre. Pero a su historia le han salido un montón de variables y he aquí, observando la fachada medio enrunada de la casa que abandonó, acompañada de un marido y un hijo adolescente. Y ahora se plantea que quizás habría valido más quedarse viendo como todo se derrumbaba y llevar una vida solitaria. Así que mientras su hombre y su hijo reconstruyen la ruina ella toma la determinación de no meterse nunca entre aquellas cuatro paredes. Será, sin saberlo, su último acto de resistencia, mientras se aproxima a finales de la guerra con el espacio que le cambió la vida.
Los templos solemnes es un reconocimiento del poder de la familia y la sociedad para hacernos desgraciados y solitarios. Es un retrato de la vida de la Nina, que se ahoga en la cotidianidad y que quizás solo querría una escopeta y una botella de licor para salir a cazar monstruos.